Muerte en un burdel

La Guardia Civil investiga la defunción de un hombre que podría estar participando en una práctica sexual extrema. Los agentes interrogan a los empleados del prostíbulo.

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Nadie que no tuviera información previa podría adivinar desde fuera que el bonito chalé del número 36 de la calle Cuba, en Bormujos, es en realidad un burdel. Una casa de citas, si se prefiere el eufemismo. Quizás si alguien cruzara la puerta de entrada al chalé, que da a un pequeño patio interior, ya sospechara algo al ver una chillona moqueta de color rosa fucsia que lleva hasta la entrada de la casa. En el centro del dintel, una cámara de videovigilancia enfocando directamente al visitante confirma que en aquel edificio no se ejerce la actividad normal de cualquier vivienda de la zona. Fuera, el chalé está cubierto por una hilera de cipreses. A un lado de la puerta un cartel avisa de que el recinto está vigilado por cámaras. Al otro hay unos azulejos con el nombre del chalé, Blanco y Negro, que parecen haber sido colocados no hace mucho tiempo.

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Aquella puerta se llenó ayer de guardias civiles, que investigan la muerte de uno de los clientes en el interior del prostíbulo. Poco, casi nada, ha trascendido del hallazgo. Se sabe que el muerto es un varón y no se descarta ninguna hipótesis, según la respuesta oficial de la Guardia Civil. Los agentes investigan si fue un homicidio o al menos un homicidio imprudente. Tampoco descartan el suicidio. Una de las líneas de investigación que parecen más sólidas es la de que el cliente estaba realizando alguna práctica sexual extrema y falleció.
No sería el primero que muere por asfixia al poner en marcha algún juego erótico. Ya le ocurrió a David Carradine, el actor de Kung Fu y Kill Bill, en un hotel de Bangkok. Dicen quienes los practican que la falta de oxígeno potencia el orgasmo. La Guardia Civil investiga ahora al fallecido y su entorno. También les están tomando declaración a los responsables del negocio y a la mujer que pasó los últimos momentos con él. La hipótesis más fiable, sin embargo, parece la del juego sexual, a la espera de que avance la investigación y se le practique al cadáver la correspondiente autopsia. La comisión judicial permaneció en el chalé de la calle Cuba hasta pasadas las tres de la tarde, cuando se levantó el cuerpo y se trasladó al departamento de Medicina Legal. Ni los vecinos ni los empleados de los comercios cercanos saben quién es el muerto. El chalé está ubicado en una calle muy próxima a una gasolinera, que sólo tiene viviendas en un lado de la calle. Todas las casas son chalés y la discreción está asegurada. Salvo que el goteo de clientes sea de madrugada, claro. Antes, cuenta un vecino, el burdel estaba ubicado en una casa situada en otro extremo del barrio. «Y muchas noches los clientes se equivocaban y llamaban a mi puerta. Tuve que colocar un cartel que decía puticlub y una flecha apuntando hacia la casa de al lado».

En la cafetería Da Vinci, situada a unos metros del chalé, sólo vieron a un buen número de guardias civiles en la puerta de la casa. No sabían qué había pasado. Al ver el furgón fúnebre ya supusieron. «Nadie ha comentado nada. Sólo hemos visto a los guardias ahí y ya está. Sabemos que es un burdel, pero cerramos a las ocho de la tarde y durante el día la verdad es que no parece que haya ahí demasiada actividad», apunta una de las camareras.

 

Noticia publicada por diariodesevilla.es

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